En el ámbito del preparador físico, como en el de muchas otras disciplinas, la verdadera revolución no está en los “nuevos métodos” de entrenamiento (a menudo no tan nuevos como nos pretenden vender y centrados solo en ejercitar ciertos zonas del cuerpo y aislando otras como el agarre), sino en cómo los preparadores físicos y las nuevas tecnologías han de ir de la mano para registrar, cuantificar y analizar todas las variables que sean de interés.
Preparadores físicos y nuevas tecnologías forman un combo perfecto ya que los primeros pueden saber gracias a las segundas cómo reacciona el organismo de cada uno de sus deportistas cuando es sometido a distintos esfuerzos, es decir, la relación que existe entre la respuesta fisiológica (carga interna) y la causa física que la provoca (carga externa).
Esa alianza entre preparadores físicos y nuevas tecnologías permite que estos profesionales cuenten con multitud de sensores que les permiten registrar tanto variables físicas (fuerzas, aceleraciones, velocidades, desplazamientos, potencias…) como variables fisiológicas (frecuencia cardíaca, consumo de oxígeno, temperatura…).
Esos sensores no son los únicos que unen a preparadores físicos y nuevas tecnologías. El quid de la cuestión está en cómo esos preparadores tratan los datos obtenidos de esas tecnologías, en cómo los analizan y sobre todo en cómo los aplican.
La unión de preparadores físicos y nuevas tecnologías hace que dichos preparadores se parezcan cada vez más a investigadores de laboratorio y no a instructores que dictan ejercicios.
Las competencias en el registro metodológico de datos, su tratamiento y análisis y sobre todo el uso posterior de esos datos son cada día más importantes, diferenciando a los profesionales que entienden que preparadores físicos y nuevas tecnologías van de la mano, haciendo del entrenamiento un proceso científico, de aquéllos que solo se dedican a cansar a sus deportistas mediante ejercicios y métodos de moda que solo presentan diferencias en cuanto al género.
Creemos que para aplicar fatiga no es necesaria ninguna formación, mirando Instagram y Youtube es suficiente. La formación de un buen preparador físico es aquella en la que preparadores físicos y nuevas tecnologías son inseparables.
Pero primero, ¿Qué es la Tecnología?
¿Qué es la tecnología y por qué es un aliado de nuestra salud?
El conocimiento aplicado es Tecnología Antes de plantearse cualquier cuestión, lo propio es determinar si conocemos exactamente el significado del término o estamos pasando algo por alto.
Ya sabemos de anteriores posts qué es la Actividad Física, el Ejercicio Físico y el Deporte, ¿pero sabemos qué es la Tecnología?
Consultando la Real Academia Española (RAE), nos encontramos que la definición de Tecnología es:
- f. Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico.
- f. Tratado de los términos técnicos.
- f. Lenguaje propio de una ciencia o de un arte.
- f. Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto.
Asociamos el término “Tecnología” con una parte de la 4ª (y última) acepción: conjunto de instrumentos. Pero Tecnología también son los procedimientos, el lenguaje y los escritos técnicos, y las teorías y técnicas que permiten aplicar el conocimiento.
Así pues, aunque la Tecnología es cuando se lleva el conocimiento a la práctica, nos centraremos en la cuarta acepción: los instrumentos.
La Tecnología al servicio de la práctica físico-deportiva
Tu smartphone y tu reloj cuentan los pasos que haces al día, los pisos que subes por las escaleras, la distancia que recorres, registra tu frecuencia cardiaca, tu temperatura, las calorías gastadas, el tiempo que pasas sentado sin moverte, la calidad de tu sueño y todo tipo de datos relacionados con tu salud.
Estamos absolutamente monitorizados y disponemos de más datos de nuestra salud que nunca en la historia, ¿y qué hacemos con ellos? Generalmente nada.
«Mide aquello que sea medible, y haz medible aquello que no lo sea» Galileo Galilei.
Pero para que unos datos sirvan, alguien tiene que analizarlos (y saberlos analizar), y aquí la importancia de las ciencias y tecnologías aplicadas al deporte y al acondicionamiento físico.
Y para ello, hay que abordar 3 cuestiones:
– El para qué medir
– El qué medir
– El cómo medir
El para qué medir
Más allá de una respuesta genérica tipo “debemos tomar datos para controlar la salud y optimizar las mejoras del entrenamiento”, podríamos centrarnos en los siguientes puntos:
- Detectar y prevenir riesgos.
- Controlar la carga externa del entrenamiento.
- Controlar la carga interna del entrenamiento.
- Controlar la recuperación del entrenamiento.
Respecto a los riesgos, se trata de poner de manifiesto, de manera objetiva, en qué estado nos encontramos. Ya sea tanto sobre los parámetros relacionados con la salud en general (¿Nos movemos lo suficiente? ¿Descansamos bien por la noche?…) como sobre parámetros relacionados con lesiones deportivas durante su práctica (¿Tenemos una correcta cadencia de carrera? ¿Talonamos en exceso?…).
Luego están las (mal)entendidas cargas de entrenamiento. La asignatura pendiente de la teoría del entrenamiento es parametrizar la carga de entrenamiento con la adaptación producida, pero para ello, primero habría que solucionar cómo unificar la cuantificación de la carga externa (volumen de trabajo, intensidad…) y cómo unificar la cuantificación de la carga interna (respuesta fisiológica del organismo). Como es francamente complejo de analizar, una solución práctica es hacer un seguimiento de los datos relacionados con la recuperación, y así saber si estamos en el momento óptimo de aplicar nuevas cargas de entrenamiento.
El qué medir
Una vez claro el para qué, es fácil encontrar las piezas que lo componen: el qué.
El listado es francamente largo, pero lo podríamos estructurar más o menos así:
Variables relacionadas con la carga externa:
- Distancias (o pasos, o pisos subidos…).
- Tiempo de ejercicio (y tiempo sin actividad).
- Velocidad de carrera o de ejecución.
- Potencia generada.
- Fuerzas manifestadas (habría que dejar atrás la cuantificación en kilogramos para ir a los Newtons).
- En definitiva, todos los datos mecánicos y dinámicos de la actividad o deporte en cuestión.
Variables relacionadas con la carga interna:
- Frecuencia cardíaca
- Consumo de oxígeno
- Lactacidemia (exceso acumulado de ácido láctico en la sangre)
- Saturación de oxígeno
- Respiración
- Temperatura
- Sudoración…
Variables relacionadas con la recuperación:
- Variabilidad de la frecuencia cardíaca.
- Patrón de activación muscular.
- Frecuencia de activación muscular.
- Respuesta de activación muscular.
- Pérdida de velocidad o potencia…
El cómo medir
Esta realmente sería la pregunta que «la Tecnología» nos debe resolver, y aún es más abierta que en el apartado anterior, puesto que cada variable puede ser medida con distintos métodos.
Por proponer un listado con las mismas categorías, podríamos tener el siguiente esquema.
Tecnologías que miden variables relacionadas con la carga externa:
- GPS.
- Radar.
- LIDAR.
- Cámaras con AR (realidad aumentada)
- Velocímetros.
- IMUs (acelerómetros con giróscopos inerciales).
- Células de carga extensiométricas.
- Dinamómetros (instrumento utilizado para medir fuerzas o para calcular el peso de los objetos)
- Potenciómetros
- Plantillas instrumentalizadas…
Tecnologías que miden variables relacionadas con la carga interna:
- Pulsómetros.
- Analizadores de gases (gasómetros).
- Analizadores de sangre con reactivos.
- Pulsioximetría (mide los niveles de oxígeno en la sangre)
- Termómetros
- Sensores de sudor…
Tecnologías que miden variables relacionadas con la carga recuperación:
- Pulsómetros con HRV (variabilidad de la frecuencia cardíaca)
- Electromiografía (EMG) (actividad eléctrica de los músculos y nervios)
- Tensiomiografía (TMG) (evalúa el tono muscular siguiendo diferentes variantes)
- Encóders de transducción de velocidad
- Acelerómetros…
Entonces ¿Es la tecnología un aliado de nuestra salud?
Por un lado, el «cómo» (aparato-método) debe responder a un «qué» (variable) que a su vez debe responder a un «para qué». Este algoritmo es indispensable a la hora de poder elegir la tecnología más adecuada que nos ayude en nuestra práctica físico-deportiva.
Además, no solo se trata de obtener datos: estamos en la era de la infoxicación (intoxicación por información) y el Big Data. Los datos son fácilmente obtenibles, pero ¿Sabemos tratarlos? ¿Sabemos discriminar cuáles son las variables de interés? ¿Sabemos interpretarlos? Y sobre todo ¿Sabemos aplicar lo que nos dicen los datos para provocar mejoras?
El futuro de la formación de la nueva generación de entrenadores, ya no solo se basa en chándal y silbato, se basa también en hojas de cálculo y estadísticas, y francamente, vamos tarde.
Por otro lado, la tecnología en el ámbito del deporte no se está usando solo para mejorar al atleta (facilitar relación entrenador-atleta), si no (y principalmente) para el espectáculo deportivo.
Tenemos campos con multitud de cámaras que nos permiten una visualización 3D en directo, tenemos la tecnología capaz de sobreimprimir en las pantallas la velocidad (o cualquier dato de interés) de los jugadores en directo, y un largo etcétera.
Y es que la industria del espectáculo deportivo es tan potente que irá siempre por delante del interés del deportista.