Nuestra sociedad envejece rápidamente: El estudio Un Perfil de las personas mayores en España en 2020 de envejecimientoenred.com muestra una realidad a la que quizás no le estamos dando la importancia que debería: el envejecimiento poblacional es un hecho inevitable que afectará a la sociedad del futuro en numerosos aspectos. Se trata de una problemática que debemos abordar pronto diseñando soluciones audaces con la suficiente anticipación para no encontrarnos con un problema gravísimo dentro de 20 o 30 años.
En la propia web de envejecimientoenred.com plantean este estudio para dar respuesta a una serie de preguntas de extraordinaria relevancia.
¿Cuántas personas mayores residen en España? ¿Seguirá el proceso de envejecimiento en el futuro? ¿Cuántos años pueden esperar vivir? ¿y será en buena salud? ¿Qué enfermedades padecen? ¿Cuáles son las principales causas de muerte? ¿Tienen suficientes recursos económicos? ¿Cuántas están por debajo del umbral de la pobreza? ¿Quién cuida de quién? ¿qué cobertura de plazas de residencias tenemos?
Esta incertidumbre no es algo nuevo: la inversión de la pirámide poblacional lleva ocurriendo en todo occidente desde hace décadas. Pero, ¿a qué es debido? Entre los factores que explican esta situación se encuentran diferentes avances sociales propios del primer mundo, como la priorización del trabajo sobre el matrimonio y la vida doméstica, la eficacia de los métodos anticonceptivos y los avances del sistema sanitario, han llevado a que la población española envejezca a un ritmo imparable.
Nuestra sociedad envejece, lo cual implica mayor esperanza de vida… y mayor gasto social ¿Podemos gestionarlo?
En 1960, la esperanza de vida media a nivel mundial era de 52,5 años. Actualmente se sitúa en los 72 años… y la media española está en 83.
Lo cierto es que esta realidad plantea un reto de difícil solución, especialmente en cuanto a la sostenibilidad de los servicios de salud públicos y sistema de pensiones. El envejecimiento poblacional implica evidentemente un gasto público que tenderá a crecer exponencialmente durante las próximas décadas. Por eso, algunos economistas, sociólogos y políticos se han limitado a proponer ajustes para aumentar la recaudación y reducir el gasto, como propuestas como un aumento de la edad de jubilación y la combinación con planes de pensiones privados… para quien pueda permitírselos.
Lamentablemente, todo esto son parches que no se dirigen a combatir el auténtico origen del problema.
Para ello el primer paso es comprender que cuando decimos que nuestra sociedad envejece, el problema no está en vivir más, sino en envejecer más. Si partimos de esta certeza, la prevención de la enfermedad con el objetivo de retrasar el envejecimiento deberían ser el pilar sobre el que se construya una estrategia eficaz para devolver la sostenibilidad al sistema.
Pero ¿Cómo retrasamos el envejecimiento?
Existe una gran cantidad de estudios científicos de largo recorrido, que señalan al sedentarismo como principal responsable de buena parte de los problemas de salud de las sociedades del primer mundo. La evidencia es abrumadora: desde deficiencias metabólicas, hasta enfermedades autoinmunes, afecciones mentales como demencias, depresión o ansiedad, pasando por alteraciones en la estructura musculo esquelética que derivan en falta de movilidad, dolor crónico o lesiones tempranas y reincidentes.
No andan muy desencaminados aquellos que hablan de “la epidemia de sedentarismo”.
Si nuestra sociedad envejece cada vez más… ¿No tiene más sentido empezar a trabajar en la prevención? Una estrategia que fomente los buenos hábitos de vida para prevenir, está ligada a una buena salud en todos los rangos de edad, y eso pasa necesariamente por una mejor y más temprana educación, así como una mayor inversión en recursos destinados al fomento de un modo de vida saludable.
Urge transmitir que el movimiento, la actividad física o la práctica deportiva regular, junto a una buena alimentación libre de ultraprocesados, se convierten en los mejores aliados posibles.
Principales herramientas que podemos utilizar a nuestro favor:
- Movimiento y actividad en cualquiera de sus formas como uno de los pilares básicos de nuestro modo de vida.
- Formación más ambiciosa en materia de salud y actividad física durante toda la formación académica.
- Mayor énfasis por parte de las instituciones en la prevención de la enfermedad y no tanto en el tratamiento farmacológico de patologías ya desarrolladas.
¿Es realmente posible combatir el sedentarismo?
La tendencia de nuestro modelo laboral cada vez implica estar más tiempo sentados en una silla de escritorio durante al menos ocho horas al día. Por otro lado, nuestras actividades de ocio cada vez giran mayormente en torno al consumo de entretenimiento audiovisual… mientras estamos sentados en el sillón de nuestra casa.
¿Cuándo nos movemos entonces si todas las actividades que realizamos al cabo del día han sido parasitadas por el sedentarismo?
Parece evidente que urge repensar nuestro modelo social para que el inevitable aumento en la esperanza de vida no nos convierta en una sociedad envejecida, permanentemente enferma y extremadamente dependiente.
El futuro es AHORA.
Aunque pueda parecer un reto de futuro, lo cierto es que ya estamos viviendo en un mundo notablemente envejecido, pero el debate sigue demasiado soterrado y no parece una prioridad para nadie. En el futuro la ciudadanía debe de dejar de mirar para otro lado al mismo tiempo que instituciones públicas y empresas privadas deben abandonar el cortoplacismo y trabajar para buscar soluciones que permitan anticiparse a lo que está por llegar.
No cometamos, el error de esperar que la situación sea insostenible, porque entonces será demasiado tarde.